domingo, 27 de noviembre de 2011

Plagiando la vida



Quién haya oído hablar, visto o asistido a alguna de las asambleas llevadas a cabo por el Movimiento 15M se ha tenido que sentir ofendido al ver este anuncio en la televisión. Recuerdo que la primera vez que lo vi me enfadé muchísimo con la compañía de telecomunicaciones que publicita. ¿Cómo tienen el descaro de apropiarse de un movimiento social que lucha por conseguir derechos que nos han sido arrebatados aquellos que los extraen sin el menor remordimiento?- pensé. Me ofendió que esta compañía de telefonía aprovechara algo que hoy en día es tan cercano a todo el mundo y lo utilizara en su propio beneficio. Sin duda si creáramos un espacio de expresión para compartir quejas sobre Telefónica, internet se quedaría pequeño. Bueno, quizás exagero un poco, pero estoy segura de que somos muchos los descontentos no solo de su servicio, sino de su funcionamiento como empresa, condiciones que ofrecen a sus trabajadores, despidos, etc. Si hiciéramos una votación a mano alzada para retirar este anuncio, creo que saldría a favor.

Pero tras verlo alguna vez más, porque es inevitable encontrarse con él en cuanto se enciende la televisión, pensé que dicha compañía no eran los únicos culpables de este anuncio. ¿Qué les pasa por la cabeza últimamente a los publicistas para presentar las burradas que imaginan? ¿Qué les enseñan en la universidad? ¿A caso no aprenden nada de moral o ética? ¿Por qué no se reprimen al utilizar estos actos que revelan el malestar social en busca del interés económico de una empresa? 

Y tras estas meditaciones caí en la cuenta de que todos nuestros esfuerzos por cambiar el panorama machista y oportunista en el que vivimos nunca serán suficientes para acabar con la mala gestión televisiva. Y es que, incluso en publicidad empleada por el Estado, como es un anuncio reciente que nos recuerda el tamaño mínimo que pueden tener los peces, aparecen dos mujeres en el gimnasio criticando a otra al sugerir que ha mantenido muchas relaciones sexuales con varios hombres. 

Es cierto que en ambientes académicos se tratan todos estos temas de género, moral, daño a las víctimas, etc. Se intenta avanzar en las investigaciones sobre ellos para llegar a forjar una sociedad más justa y más culta, que posea la capacidad de distinguir ante las desigualdades sociales que se muestran cada día, sobre todo en la televisión. Pero el problema es que esa educación parece no salir de los ambientes académicos. Seguimos escuchando a mujeres que dicen que "no quieren ser feministas porque es tan malo como ser machistas", o a tantas personas justificar la publicidad de Águila Amstel porque destacan que “lo que de verdad nos gusta (a los hombres) sois vosotras (las mujeres)”, sin apreciar que las equiparan al GPS (son solo un objeto más en sus vidas).





 No podemos esperar nada bueno de la publicidad ni de la televisión, y por desgracia es la que más llega a más hogares y más influye en el pensamiento de las personas. Sabemos que todo lo que nos muestra es mentira y aún así, sucumbimos a la creencia que forja en nosotros. Por eso no es suficiente crear pequeños círculos de acción para cambiar el mundo, hay que salir a la calle e interactuar. "Mi cuarto propio conectado", como diría Remedios Zafra, es un inicio pero no puede ser el fin.

¡Que dejen de copiar mis actos o hagámosles plagiar la verdad!

domingo, 9 de octubre de 2011

La invisibilidad de los expertos.



Hace ya tiempo que escucho en los informativos de televisión que se alude como fuente de autoridad a unos expertos de los cuales no tenemos clara su existencia. Es común, por ejemplo, que cuando nos cuentan que “hay gente que se tira de los tejados de los hoteles para caer en la piscina”, nos adviertan a continuación que “los expertos aconsejan que no lo hagan”; o que nos digan que “los expertos aconsejan en verano beber mucha agua en lugar de cerveza”. Así, cada vez que veo una de estas noticias, no puedo evitar preguntarme: ¿Quiénes son esos expertos que nunca salen diciendo lo que se supone que recomiendan hacer?

Hace unos días, el profesor Broncano nos habló en una de sus muy instructivas clases sobre la aparición de los expertos como los nuevos sujetos epistémicos en los siglos XIX y XX. En el momento en el que se crean instituciones para realizar experimentos, la sociedad queda dividida entre aquellos que poseen un punto de vista privilegiado y los que no. Los especialistas son los que son capaces de ver lo que otros no y es a ellos a los que se les otorga la autoridad de identificar la verdad en las materias en las que son expertos. A partir de entonces, el conocimiento objetivo es el que tiene este, quedando el de la persona normal como pensamiento subjetivo (no del todo fiable). 

Los informativos de prensa, radio y televisión comenzaron su existencia defendiendo la veracidad de las noticias que ofrecían utilizando la autoridad de algún experto. De este modo, al principio era necesario que el experto en cuestión respaldara la noticia o, si era en algún medio escrito, se le citara literalmente. En nuestros días, todo esto ha evolucionado hasta el punto en el que no es obligatorio mostrar a alguien vestido con bata blanca para que el espectador medio se crea lo que los presentadores de los informativos de televisión dicen que “aconsejan los expertos”. La autoridad ya no la tiene el que sabe de algo, sino el que lo cuenta (sea verdad o no). Por eso poco a poco estamos dejando de ver también en la publicidad gente disfrazada de experto que nos aconseja lavarnos los dientes o consumir algún producto. Ya no es necesario. El mero hecho de que se anuncie por televisión le concede para gran parte de la población la autoridad que necesita, hasta tal punto que cuando elegimos por ejemplo un dentista tendemos a pensar que es mejor el que vemos anunciado que el que no. 

Y yo me pregunto, ¿hemos perdido no solo nuestra autoridad, sino además la capacidad de valorar la información que nos ofrecen y decidir por nosotros mismos si esta es correcta o adecuada para nuestros propósitos? ¿Nos han hecho creer que la subjetividad no tiene valor ante la autoridad de la que alardea la televisión? Me siento incapaz de responder a estas cuestiones, pero me asusta pensar que el individuo haya perdido gran parte de la autoridad que tenía sobre sí mismo. Mi consuelo es creer que aquellos que navegamos por internet tenemos acceso a tantas fuentes de autoridad que al final acabamos formando nuestro propio criterio. La subjetividad se reafirma a través internet, no dejemos que la anulen.

lunes, 26 de septiembre de 2011

¿Desearías ser o estar con ella?


¿Hace falta añadir algo más?
¿Cuántas mujeres anhelarían ser como ella vs. cuántos hombres desearían estar con ella?
Es perfecta y se siente orgullosa. ¿Quién la desea más?
Creo que esta imagen ejemplifica muy bien todo lo que he criticado en este blog durante estos meses.

Es el complemento que desearía cualquier hombre.

viernes, 16 de septiembre de 2011

¡Tengo derecho a vestir como un chico!

Con la vuelta al cole se abre el debate sobre la forma de vestir que tienen los estudiantes, sobre todo adolescentes. De hecho, acabo de ver hace un momento en el telediario de televisión española una pieza en la que entrevistaban a NIÑAS (que salían de espaldas) afirmando alegremente que ellas iban al instituto a estudiar, pero que algunas compañeras suyas iban a ligar o a otras cosas. Después han salido representantes de las asociaciones de padres que apoyaban el uso del uniforme porque decían que así ahorraban en ropa y también profesores y directores de institutos que se quejaban de la manera indecorosa que tenían algunas ALUMNAS de asistir a clase.

Y yo me pregunto, ¿por qué cuando hablamos de modos poco correctos (según para quién) de vestir siempre nos referimos a las chicas? En toda la pieza ni ha salido la imagen de un estudiante masculino, ni han aludido en ningún momento a su forma de vestir en clase. De hecho, la noticia atestiguaba que la directora de uno de estos centros había enviado a dos alumnas a su casa a cambiarse de ropa, por vestir pantalones cortos y tirantes en clase. ¿Es que los chicos no utilizan atuendos similares para ir al colegio? ¿Por qué molestará tanto a los adultos que las colegialas vistan de modo ordinario en los centros educativos y los chicos no? Solo hay que recordar cómo iban vestidas las jovencitas que acudieron a la semana de la JMJ este año en Madrid para comprobar que no es indecoroso utilizar pantalón corto y tirantes cuando hace calor. Si ellas se confesaban vistiendo así, ¿por qué no pueden asistir otras al colegio con la misma apariencia?


Y por otra parte, el tan interminable debate de los uniformes no está bien planteado. Siempre se cuestiona si uniforme sí o uniforme no. En ese tema, no voy a entrar. Pero, ¿no se han dado cuenta de que el uniforme que siempre utilizan es totalmente sexista? Acaso las chicas no podrían usar uno que no fuera falda, calcetines y polo o camisa? Esa imagen, por otro lado, tan erótica y conocida por todos. Señores, que vivimos en pleno siglo XXI y aún no nos hemos dado cuenta de que las niñas pueden usar pantalones (como los niños) para ir a clase. ¿O a caso lo que intentan con este uniforme es diferenciarlos por su imagen? Me parecería menos conveniente aún. Ahí estaría el debate importante, no en el uso de uniforme o no. Con suerte, algún día se le ocurrirá a alguien y las mujeres daremos otro paso hacia la igualdad.
¡Tengo derecho a vestir como un chico!

viernes, 12 de agosto de 2011

Los "Rodríguez" han cambiado

        Justo ayer, viendo el telediario de Cuatro (que cada vez parece más un programa de Impacto total que un noticiario) comentaron que los hombres de hoy en día ya no solo no tienen miedo a quedarse solos en casa sin ninguna mujer que les atienda (lo que se suele llamar quedarse de Rodríguez), sino que además ahora incluso prefieren esa soledad porque así pueden actuar con libertad. Y no contentos con esta afirmación, salieron a la calle a recopilar testimonios de hombres y mujeres que aseveraban esta información. Así pudimos escuchar algunas declaraciones que aseguraban que los hombres se quedaban solos y se defendían en las tareas del hogar pero que nunca hacían tanto ni tan bien como las mujeres (que decían ellas) u otras que lamentaban la ausencia de la mujer en la casa solo por la falta de sexo. En resumen, aparecían en pantalla muchas caras masculinas sonrientes que se decantaban abiertamente por la opción de tener libertad para ver la película que quisieran en el momento en el que desearan (al encontrarse solos en casa) aunque tuvieran que prescindir de la comodidad de tener una chacha. 



        Al ver esto me pregunté si no les daba vergüenza a los periodistas que trabajan en estos "informativos" tratar este tipo de noticias como si fueran algo normal y actual en el siglo en el que vivimos. No me hizo falta pensar mucho para llegar a la conclusión de que no, claro, no les daba vergüenza. Apostaría a que ellos solo piensan en rellenar el mayor tiempo posible del noticiario y presentar la información de una manera distendida y divertida para ganar audiencia. Sin embargo, en muchas ocasiones nos han dejado ver lo conscientes que son del poder que tienen para guiar a la masa hacia ciertas acciones, como por ejemplo en el caso de ETA o en otro más reciente como el del Movimiento 15M. Entonces, ¿por qué siguen participando en la construcción de una conciencia colectiva que tiende a comportarse de forma machista? ¿No se dan cuenta de que este tipo de noticias ejemplifican con claridad las funciones que tradicionalmente se han asignado a las mujeres y a los hombres en el hogar? ¿Cómo vamos a destruir estas barreras si los propios telediarios a los que, a pesar de todo, mucha gente sigue otorgando autoridad se divierten haciendo estas piezas?

        Si ellos no se avergüenzan de su trabajo, yo lo haré por ellos. Es lamentable ver como la lucha por la igualdad nace y permanece solo a ciertos niveles académicos. Pero aún lo es mucho más aceptar que todos esos tópicos machistas no solo permanecen en el día a día de nuestra sociedad, sino que cuando alguien como yo se escandaliza al identificarlos suele ser tachada por loca al "ver cosas donde no las hay". Se me acusa de rizar el rizo por no tolerar que los informativos de Cuatro puedan seguir afirmando con total tranquilidad que los "Rodríguez" han cambiado. Pues bien, soy culpable.

miércoles, 3 de agosto de 2011

¡Cuidado con los buenos consejos!


Hace ya un tiempo que no puedo evitar observar algunos de los anuncios de televisión que van directamente destinados a cambiar algo más que nuestros hábitos de conducta. Pondré algunos ejemplos, pero son muchos más los que utilizan esta técnica. Comenzaré con los de Activia que te aconsejan seguir una dieta estricta de yogures diarios para poder ir al servicio de forma regular y dejar de sentirte hinchada. En los últimos que podemos ver en la televisión, Carmen Machi (actriz que pretende hacernos creer que interpreta a “una mujer normal del barrio” que grita y golpea a las demás personas con las que interactúa en su vida, lo normal vamos) conversa de forma natural en un quiosco, en el supermercado o incluso en la playa con otras mujeres que aún no han descubierto el mágico producto, utilizando su fama y la autoridad que esta le concede para aconsejar a toda aquella que la escuche.

 



Pero no es la única marca que trata de imponer ciertas pautas de comportamiento al consumidor relacionadas con nuestra actividad digestiva. Por ejemplo, Special K, que siempre tiene en cuenta nuestra figura, nos sugiere que sustituyamos toda la comida de casa que nos pueda engordar por pequeñas notas que nos indiquen que no debemos caer en la tentación. Así lo único que podremos comer si tenemos hambre son los cereales de su marca, que al llevar virutas de chocolate nos harán completamente felices. De este modo, Special K nos instruye en la forma de llevar una vida sana y, por supuesto, de cuidar nuestra línea. Porque nunca debemos olvidar (ni nos van a dejar hacerlo) que ante todo nacimos para estar siempre perfectas (considerando la perfección dentro de los cánones que ellos proponen, claro) y para gustar al hombre (aunque nos traten de engatusar haciéndonos creer que tenemos que hacer todos esos sacrificios para nosotras mismas).



También como nos indicaba All-Bran, todos necesitamos nuestro momento. Tan solo 10 días después de comenzar a consumirlo dejaríamos de ser golpeados en la cabeza por un periódico mientras desayunamos en el jardín, o ya no tendríamos que dejarnos llevar en volandas por unos desconocidos en el metro o en la estación de autobús para ir al baño. Gracias a All-bran iríamos al servicio en el instante que más nos interesase del día, no cuando tuviéramos la necesidad de hacerlo. Está claro que lo importante era tener toda nuestra vida organizada para dejar tiempo al consumo de todos los productos All-bran.

En definitiva y por no continuar poniendo más ejemplos, con sólo dedicar unos pocos minutos al día a ver la televisión, no podremos evitar que Paz Vega nos explique de un modo sensual que es lo que la deja realmente satisfecha...



o sorprendernos al descubrir bailando ante el espejo a múltiples de personas que nos revelan felizmente que han conseguido tener un cuerpo ideal. 

            Todos estos spots publicitarios no intentan solo vender sus productos y crear en nosotros una necesidad (eso es lo que todas las marcas hacen habitualmente), sino que ambicionan diseñar nuestro propio espacio, en el que nos desenvolvemos cotidianamente cada uno de nosotros. Imponiéndonos de forma sutil estos patrones de comportamiento nos inducen a constituirnos como los seres ideales que ellos desean crear: siendo monstruos de Frankenstein. Así, nuestro Cuarto propio compartido, como lo llama en su último libro Remedios Zafra, dejará de ser nuestro para pasar a compartir uno en común y externo creado por la publicidad. Existiremos como seres preconcebidos que tendrán los mismos gustos y pautas de los demás y que actuaran del modo correcto que ellos desean. Y ya no hablo solo de yogures o cereales. Esta  forma de instruirnos desde los medios de comunicación (o desde ya hace tiempo, medios de desinformación) nos sacará de los espacios públicos, nos hará ver todo acto inconformista del prójimo como algo inaudito y nos llevará a condenar todo aquello que se salga de sus normas. A esos extremos son a los que nos pueden llevar todas estas actitudes y modos de actuación que los medios de comunicación tratan de incorporar a nuestras vidas como si estuvieran haciéndonos un favor y de forma benévola.

¡Cuidado con los buenos consejos!