Quién haya oído hablar, visto o asistido a alguna de las asambleas llevadas a cabo por el Movimiento 15M se ha tenido que sentir ofendido al ver este anuncio en la televisión. Recuerdo que la primera vez que lo vi me enfadé muchísimo con la compañía de telecomunicaciones que publicita. ¿Cómo tienen el descaro de apropiarse de un movimiento social que lucha por conseguir derechos que nos han sido arrebatados aquellos que los extraen sin el menor remordimiento?- pensé. Me ofendió que esta compañía de telefonía aprovechara algo que hoy en día es tan cercano a todo el mundo y lo utilizara en su propio beneficio. Sin duda si creáramos un espacio de expresión para compartir quejas sobre Telefónica, internet se quedaría pequeño. Bueno, quizás exagero un poco, pero estoy segura de que somos muchos los descontentos no solo de su servicio, sino de su funcionamiento como empresa, condiciones que ofrecen a sus trabajadores, despidos, etc. Si hiciéramos una votación a mano alzada para retirar este anuncio, creo que saldría a favor.
Pero tras verlo alguna vez más, porque es inevitable encontrarse con él en cuanto se enciende la televisión, pensé que dicha compañía no eran los únicos culpables de este anuncio. ¿Qué les pasa por la cabeza últimamente a los publicistas para presentar las burradas que imaginan? ¿Qué les enseñan en la universidad? ¿A caso no aprenden nada de moral o ética? ¿Por qué no se reprimen al utilizar estos actos que revelan el malestar social en busca del interés económico de una empresa?
Y tras estas meditaciones caí en la cuenta de que todos nuestros esfuerzos por cambiar el panorama machista y oportunista en el que vivimos nunca serán suficientes para acabar con la mala gestión televisiva. Y es que, incluso en publicidad empleada por el Estado, como es un anuncio reciente que nos recuerda el tamaño mínimo que pueden tener los peces, aparecen dos mujeres en el gimnasio criticando a otra al sugerir que ha mantenido muchas relaciones sexuales con varios hombres.
Es cierto que en ambientes académicos se tratan todos estos temas de género, moral, daño a las víctimas, etc. Se intenta avanzar en las investigaciones sobre ellos para llegar a forjar una sociedad más justa y más culta, que posea la capacidad de distinguir ante las desigualdades sociales que se muestran cada día, sobre todo en la televisión. Pero el problema es que esa educación parece no salir de los ambientes académicos. Seguimos escuchando a mujeres que dicen que "no quieren ser feministas porque es tan malo como ser machistas", o a tantas personas justificar la publicidad de Águila Amstel porque destacan que “lo que de verdad nos gusta (a los hombres) sois vosotras (las mujeres)”, sin apreciar que las equiparan al GPS (son solo un objeto más en sus vidas).
No podemos esperar nada bueno de la publicidad ni de la televisión, y por desgracia es la que más llega a más hogares y más influye en el pensamiento de las personas. Sabemos que todo lo que nos muestra es mentira y aún así, sucumbimos a la creencia que forja en nosotros. Por eso no es suficiente crear pequeños círculos de acción para cambiar el mundo, hay que salir a la calle e interactuar. "Mi cuarto propio conectado", como diría Remedios Zafra, es un inicio pero no puede ser el fin.
¡Que dejen de copiar mis actos o hagámosles plagiar la verdad!