SE TRATA DE NOSOTROS, DE NUESTRA IDENTIDAD.
Esta vez no pretendo denunciar los abusos que la publicidad en la televisión efectúa sobre todos los espectadores, realizando con ellos una clara discriminación hacia las mujeres. Esta vez se trata de todos, de manifestar nuestro desencanto, el vacío interior que actualmente sentimos y la impotencia que nos conduce a no actuar para enfrentarnos a lo que nos imponen.
Sé que no es solo mi generación la que sufre este desacople entre lo que nos prometieron cuando éramos pequeños y lo que en realidad vivimos ahora: Se suponía que el esfuerzo nos guiaría hasta nuestros sueños; nos aseguraban que si persistíamos conseguiríamos un mundo mejor. Nada más lejos de la realidad, de ahí nuestra decepción.
Vivimos un mundo que no es el nuestro: el de nuestros padres y nuestros abuelos. Todo se ha quedado obsoleto: los partidos políticos, los sindicatos, el capitalismo, etc. Nosotros nos damos cuenta, pero habitualmente no sabemos qué hacer para que aquellos que disfrutan de su ceguera lo quieran ver. Además, nos han educado para ser espectadores, no actores. Pero en esta ocasión es diferente. No hay nostalgia por el pasado, solo pedimos avanzar. No entendemos qué sucede porque nuestra mente ha ido mucho más allá que nuestro cuerpo. Queremos poder participar en el mundo en el que vivimos para crear el mundo que nos prometieron. Queremos realizar cambios, tened voz. El futuro es más nuestro que de aquellos que ostentan el poder, ¿por qué no podemos participar en su diseño y desarrollo?

La búsqueda de esa identidad perdida que nos impiden encontrar al obligarnos a movernos en ese espacio que nos sitúa entre dos tierras, esta vez nos ha guiado hasta algo más que un simple vacío existencial: nos ha llevado a la calle.
Esto sí somos nosotros. En estas acciones sí nos reconocemos. No debemos permitir que nos cataloguen por nuestro género, sexo, estudios, etc. Solo nosotros podemos decidir quiénes somos, qué es lo que queremos ser, mediante nuestro comportamiento y nuestros actos.
Salgamos a la calle en busca del mundo prometido. No perdamos la esperanza de desterrar la ceguera que aquellos que actualmente nos lideran y nos empujan hacia la pérdida de nuestra identidad, hacia el vacío existencial. Digamos: ¡basta ya de jugar con nuestras vidas!
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