Estos días he pasado bastante tiempo en Sol, aunque no tanto como el que me gustaría. Es increíble lo que está pasando allí, lo que estamos haciendo entre todos. Ese vacío que comenté la semana pasada se llenó de esperanza. Pero lo que está pasando en Sol es mucho más que una multitud de personas compartiendo su desacuerdo con los grandes partidos políticos, la crisis, etc., cuando vas a Sol ves que el sentimiento de desazón que todos tenemos se convierte en política: Política en la calle.
La gente no solo se reúne para quejarse de los grandes males de la sociedad (como hemos podido escuchar que afirmaban estos días los partidos políticos y los medios de comunicación), allí se se discuten diferentes puntos de vista y se tratan de ofrecen soluciones. Cada una de las asambleas que se convocan tiene un tema que debatir y todo el mundo puede participar. Se trata de buscar lo mejor para todos, de conseguir lo que quiere el pueblo. Pero todo esto, si no se va a Sol no se puede comprender. Hay que estar allí porque todos formamos parte de esto, nosotros somos el pueblo y tenemos que mirar hacia nuestro futuro, por nuestros intereses, está claro que nadie más lo va a hacer.
En Sol hay educación, cultura y respeto. Allí todos aprendemos de todos. Unos saben más de economía, otros de comunicación…, pero todos podemos hablar. Esta semana se ha demostrado que el pueblo es capaz de organizarse solo, que la violencia no tiene por qué ser la protagonista del activismo social y que las clases gobernantes y los medios de comunicación prefieren permanecer en su ceguera antes que reconocer sus equivocaciones. Pero aún queda mucho trabajo por hacer y tenemos que continuar todos al Sol. Aunque las asambleas se deriven a los barrios y se empiecen a concretar los puntos que todos queremos cambiar, es importante que se nos siga viendo y escuchando como hasta ahora: a nivel mundial.
Os animo a que no permitáis que las elecciones nos vuelvan a encerrar en casa. Podemos cambiar el futuro, pues ya hemos cambiado el presente. A lo largo de la historia, la voz del pueblo siempre ha sido más fuerte que ninguna otra voz. ¡Tenemos que seguir trabajando todos en Sol!
Esta vez no pretendo denunciar los abusos que la publicidad en la televisión efectúa sobre todos los espectadores, realizando con ellos una clara discriminación hacia las mujeres. Esta vez se trata de todos, de manifestar nuestro desencanto, el vacío interior que actualmente sentimos y la impotencia que nos conduce a no actuar para enfrentarnos a lo que nos imponen.
Sé que no es solo mi generación la que sufre este desacople entre lo que nos prometieron cuando éramos pequeños y lo que en realidad vivimos ahora: Se suponía que el esfuerzo nos guiaría hasta nuestros sueños; nos aseguraban que si persistíamos conseguiríamos un mundo mejor. Nada más lejos de la realidad, de ahí nuestra decepción.
Vivimos un mundo que no es el nuestro: el de nuestros padres y nuestros abuelos. Todo se ha quedado obsoleto: los partidos políticos, los sindicatos, el capitalismo, etc. Nosotros nos damos cuenta, pero habitualmente no sabemos qué hacer para que aquellos que disfrutan de su ceguera lo quieran ver. Además, nos han educado para ser espectadores, no actores. Pero en esta ocasión es diferente. No hay nostalgia por el pasado, solo pedimos avanzar. No entendemos qué sucede porque nuestra mente ha ido mucho más allá que nuestro cuerpo. Queremos poder participar en el mundo en el que vivimos para crear el mundo que nos prometieron. Queremos realizar cambios, tened voz. El futuro es más nuestro que de aquellos que ostentan el poder, ¿por qué no podemos participar en su diseño y desarrollo?

La búsqueda de esa identidad perdida que nos impiden encontrar al obligarnos a movernos en ese espacio que nos sitúa entre dos tierras, esta vez nos ha guiado hasta algo más que un simple vacío existencial: nos ha llevado a la calle.
Esto sí somos nosotros. En estas acciones sí nos reconocemos. No debemos permitir que nos cataloguen por nuestro género, sexo, estudios, etc. Solo nosotros podemos decidir quiénes somos, qué es lo que queremos ser, mediante nuestro comportamiento y nuestros actos.
Salgamos a la calle en busca del mundo prometido. No perdamos la esperanza de desterrar la ceguera que aquellos que actualmente nos lideran y nos empujan hacia la pérdida de nuestra identidad, hacia el vacío existencial. Digamos: ¡basta ya de jugar con nuestras vidas!